Té fuego bengalí con galletas de almendra especiadas
¿Quieres recrear el olor y sabor de la India a la hora del té? Te propongo tomar una taza de Fuego Bengalí junto con unas galletas de almendra especiadas con canela y jengibre que no dejarán a nadie indiferente. Los sabores dulces y ligeramente picantes se complementan a la perfección y consiguen inundar los sentidos con cada sorbo y cada bocado.
El té Fuego Bengalí es un té negro con pimienta, canela, jengibre, cardamomo y clavo se puede encontrar en la tienda de Café Té Arte. El bocado dulce también se podría combinar con un Pakistaní o un té de canela si alguien no se atreve con la pimienta. Para hacer las galletas os cuento a continuación qué se necesita y cómo elaborarlas.
Ingredientes para 40 galletas pequeñas
- 160 g de chocolate puro
- 40 g de mantequilla (margarina para hacer la receta sin lácteos)
- 2 huevos
- 100 g de azúcar moreno
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 100 g de harina
- 100 g de almendra molida
- 2 cucharaditas de canela molida
- 1 cucharadita de jengibre seco molido
- 2 cucharaditas de levadura química
- 50-60 g de azúcar glas para rebozar las galletas
Preparación:
En un cuenco mediano, derretir al baño maría o en el microondas a potencia baja el chocolate cortado en trocitos y la mantequilla y dejar que se atempere.
En otro cuenco, batir los huevos junto con el azúcar moreno hasta que se aclare la mezcla y aumente de volumen. Si tienes batidora con accesorio de varillas es el momento perfecto para utilizarla. Una vez se tenga bien batido el huevo, poner la esencia de vainilla, verter el combinado chocolate-mantequilla y mezclar.
En un bol de mayor tamaño, mezclar los siguientes ingredientes hasta obtener una textura arenosa homogénea: almendra molida, canela, jengibre, levadura, sal y harina, tamizando esta última para que no queden grumos. Sobre los elementos secos, poner la mezcla anterior de huevo y chocolate y con una paleta, remover suavemente hasta que quede homogéneo.
Una vez lista la masa habrá que dejarla reposar en el frigorífico al menos un par de horas. También se puede preparar la mezcla un día y hornear al día siguiente.
Una vez fría, el resultado será una masa de consistencia tipo mousse. Mientras se precalienta el horno a 160 ºC se irán preparando la primera tanda de galletas. Para formarlas hay que hacer pequeñas bolas con las manos y rebozarlas en el azúcar glas que teníamos reservado de los ingredientes, dejándolas bien cubiertas. Colocar las bolitas en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado separadas un poco unas de otras. En un horno pequeño entran unas diez galletas por hornada.
Hornear entre 15 y 20 minutos. Durante ese tiempo el azúcar glas se endurecerá y se partirá mientras se extiende la masa, obteniendo el aspecto tan llamativo que tienen este tipo de galletas. Tras sacarlas del horno es importante dejarlas enfriar sobre una rejilla para que no se reblandezcan por fuera.
Estas galletas no tienen la clásica textura crujiente. Son más bien abizcochadas pero es cuestión de jugar con el tiempo de cocción o aplastarlas un poco antes de hornearlas para conseguir que sean más finas o crujientes aunque reconozco que a mí me gusta el resultado de lo que indico en la receta. Es un bocado inesperado. Recomiendo degustarlas poco a poco ya que el sabor se va asentando con los días y 48 horas después están todavía más buenas.
Esta receta es una colaboración de etringita, autora del blog comestible Fotomerienda.
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